Tras un operativo en las provincias de Córdova y Sevilla, la Policía Nacional detuvo a unas 29 personas que pertenecían a una banda criminal, que se encargaban de explotar laboralmente a 52 inmigrantes, los cuales estaba aglomerados en unas condiciones deplorables y siendo obligados a trabajar a altas temperatura y con largas jornadas, sin agua ni comida.

Lis inocentes inmigrantes, llegaban a España, con la esperanza de una vida mejor, al menos esa fue la promesa que les hicieron estos criminales, quienes les aseguraban que tendrían un trabajo digno y calidad de vida, pero, al llegar, la realidad era otra. Los criminales detenidos, de origen suramericano, se aprovechaban de la situación de extrema necesidad que tenían estas personas, para someterlos a la explotación laboral en condiciones precarias.

Durante la operación policial, las autoridades pudieron averiguar que este grupo de criminales, trasladaban a los inmigrantes hasta las fincas, totalmente aglutinados exageradamente en vehículos y hasta utilizaban el maletero para llevar más pasajeros.

Asimismo, dentro de una nave industrial ubicada en Sevilla, la policía consiguió a 30 personas, que se encontraban durmiendo acumuladas en el suelo, con un solo aseo y con escasa comida. Entre los delincuentes que arrestaron, están los capataces que se encargaban de imponer las condiciones de trabajo y de que fuera cumplido a cabalidad. Los delitos por los que se les imputa son por la trata de seres humanos con fines de explotación laboral, falsedad documental, delitos contra la Seguridad Social, contra los derechos de los trabajadores, el de los extranjeros y el de la inmigración clandestina.

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Jornadas laborales eternas y salario miserable

En los meses de enero y febrero, agentes de la Unidad Central de Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales de Sevilla y de la Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras de Córdoba, iniciaron investigaciones, luego de haber inspeccionado unos supuestos trabajos realizados en la localidad de Córdoba de Palma del Río, durante la denominada recogida de la naranja.

Algunas de las víctimas, pudieron ofrecer su testimonio a los agentes, describiendo que eran sometidos como esclavos a trabajar durante largas e interminables jornadas, sin comida ni agua y devengando un salario por debajo de lo estipulado.

Trabajaban en pleno verano desde el mediodía hasta la puesta del sol sin una gota de agua, causando en algunos de ellos, desmayos, insolaciones y deshidratación. Luego de la exhaustiva investigación, los agentes pudieron determinar que la organización estaba formada por ciudadanos de origen suramericano, quienes les pagaban también un salario que estaba muy por debajo de lo que estipula la ley para las tareas agrícolas.