Algunas comunidades autónomas como Madrid, Galicia y Aragón, regresan a las aulas este miércoles. Mientras que en Castilla y León, la vuelta de los niños al colegio será el jueves
La iluminación de la Navidad se apaga, los villancicos se atenúan y los obsequios comienzan a perder la preeminencia que han obtenido en el día a día de muchas personas durante estas festividades. La magia navideña da paso a una nueva realidad: el regreso a clases y con ella, la vuelta a la rutina.
En algunas comunidades autónomas, como Madrid, Galicia y Aragón, los niños regresan a las aulas este miércoles, mientras que en Castilla y León los pequeños retomaran las clases este jueves. El regreso al colegio después de una pausa de casi 3 semanas implica para muchos infantes un choque emocional y organizativo. Y es que, luego de varias semanas de horarios flexibles, noches inacabables y una sensación de libertad casi completa, recobrar la rutina escolar puede ser todo un reto.
Patricia, una madre de dos hijos en edad escolar, reconoce sentir una mezcla de alivio y preocupación en esta época: “Por un lado, me alegra de que vuelvan a tener una rutina y que se relacionen con sus compañeros, sin embargo, por otro lado, sé que les cuesta adaptarse”. Rememora el año anterior que su hijo más pequeño se quedó llorando en las puertas de la escuela, pero no nada más eso: “Se levantaba molesto y le costaba bastante regresar a la rutina, es como si tuviese que aprender de nuevo”.
El síndrome postvacacional en los niños
Las vacaciones largas, como las navideñas, pueden ser muy ventajosas porque les sirve a los pequeños para descansar, jugar o reforzar sus relaciones familiares, sin embargo, también pueden llegar a ser desventajosas si se elimina la rutina en absoluto. “Existen rutinas que son primordiales para los infantes, para que sepan anticipar y aprendan que hay también un orden en sus vidas”, explica la vocal del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, Mercedes Bermejo.
Bermejo confiesa que a veces las vacaciones “son excesivamente desestructuradas, donde hay ocasiones que los pequeños pueden perder los hábitos básicos como el sueño, la alimentación y actividades habituales y el regreso a la rutina puede resultar mucho más difícil”.
El síndrome post vacacional no es único de las personas adultas. Los niños también sufren cambios de humor, irritabilidad y problemas para concentrarse después de un tiempo de descanso largo. “Hay menores a los que también les puede costar el regreso a la rutina”, afirma la psicóloga experta en infancia. “Puede ser un plazo desmotivador y estresante, especialmente si ha habido un período de vacaciones en el que han tenido demasiada flexibilidad o mucha libertad”, agrega.
En estos casos puede ocurrir cierta resistencia al regreso a la rutina y a la escuela tras las fiestas navideñas, “por todo lo que esto supone: los horarios rigurosos, responsabilidades, deberes”, dice la psicóloga. Y ahí es indispensable facilitar esta transición. De acuerdo a Bermejo, hay que ayudar a los niños a que esta nueva adaptación sea paulatina y temporal. Además, es vital establecer una rutina progresiva, promover la comunicación y brindar un entorno tranquilo y organizado en el hogar puede hacer la diferencia.
Por su parte, María, madre de una niña de 6 años, confiesa que “los primeros días siempre son difíciles”. Sin embargo, confiesa que es un “alivio” que culminen las vacaciones: “Conciliar es una odisea”. Aun así agradece su suerte, pues su esposo y ella tienen aún a sus padres: “Tiras de los abuelos, gestionas los días libres para que haya siempre una persona en el hogar, pero aun así no es sencillo: son casi tres semanas de vacaciones y días muy difíciles”.
La conciliación familiar: un reto constante
Con días, semanas e inclusive un mes de anticipación, muchos padres comienzan a intentar ajustar el rol que implica concertar su vida laboral con el cuidado a tiempo completo de sus niños en esas fiestas. “Las familias enfrentan las vacaciones del colegio con pánico porque no pueden asumirlas y es lamentable que nos encontremos en esta situación, donde no se prioriza la crianza del futuro de la sociedad, especialmente cuando la tasa de natalidad en España cae y cae”, confiesa Laura Baena, fundadora de Malasmadres.
“Lo que hacemos es sobrevivir como podemos, con nuestros propios medios”, insiste Baena, quien asegura que la conciliación surge en estas Navidades disfrazada de días de vacaciones, guarderías o las abuelas. Conciliar “en el territorio español es un privilegio pagado y una muestra de ello son los malabares que se tienen que hacer cuando las escuelas están cerradas. Que los dos únicos pilares de la conciliación en la actualidad sigan siendo los abuelos y los colegios clama al cielo”, lamenta la fundadora de Malasmadres.
Sin embargo, la conciliación no aparece únicamente en vacaciones, el regreso a clases también implica un desafío para los padres. Coordinar la vida laboral con las rutinas escolares de los menores puede ser angustioso. “Es una constante carrera contrarreloj”, dice Carlos, padre de 3 niños. “Tratar de que todos estén a tiempo en la escuela, elaborar las meriendas, ayudarlos con los deberes… ¡Somos 2 y algunas veces no nos damos abasto!”.
Las políticas de conciliación que existen en España, como la reducción de jornada laboral o las ayudas a la contratación de empleados domésticos, son un primer paso, pero muchos padres reclaman medidas más flexibles y que se adapten a las verdaderas necesidades de las familias. “Actualmente la directiva europea 1158/2019 continua sin su transposición completa, las 8 semanas de permisos continúan sin remunerarse y la ley de familias está paralizada. Por ende, con esta situación, las madres en muchas ocasiones solo tienen una opción: renunciar a su trabajo retribuido, a tener más hijos e, indudablemente, a su salud mental y tiempo propio”, concluye Baena.