Al menos diez menores de 16 años estaban atrapadas en una red criminal que operaba engañándolas, las drogaba y luego las prostituía con el fin de sacar un provecho económico. Cada una de ellas, estaban en situaciones vitales concretas, sin embargo, una de ellas fue “vendida” a un traficante por una “bolsa de cocaína”.

Posteriormente a su venta, fue retenida y abusada sexualmente por tres días consecutivos en un local. Estaban tuteladas en la Comunidad de Madrid, que con las declaraciones ofrecidas junto a la de otros testigos que ahora están en calidad de protegidos, pudieron prestar colaboración con la Policía para dar con la banda delictiva que operaba en zonas marginales de la capital.

Venta de drogas y prostitución

Esta red criminal, tenía a un “cabecilla”, quien era el que daba las órdenes acerca de todo lo que debían hacer y que tenía bajo sus reglas a varios hombres. Estos se encargaban de captar a las jóvenes para introducirlas en las drogas, generándoles adicción. Luego que las adolescentes estaban sumergidas en esa gran “necesidad de consumo”, las sometían a la venta y obtención de drogas, o dinero por prostitución.

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Muchas de las víctimas de esta organización eran menores de los 16 años de edad y algunas de ellas residían en centros de menores de la Comunidad de Madrid. Al menos así se verificó en los documentos policiales.

En estos documentos, también se pudo comprobar que era una actividad criminal continuada en el tiempo. Las personas que se encargaban de perpetrar los delitos, eran algunos ciudadanos de origen dominicano principalmente del entorno de bandas latinas de los barrios de Vallecas, Usera y San Cristóbal en Villaverde.

Captación por edad

La captación estaba destinada específicamente para niñas menores de edad que tuvieran entre sus características » una gran vulnerabilidad debido a su situación de precariedad social, familiar, económica y afectiva».

Todas estas situaciones, hacían más fácil el trabajo de estos criminales, que se aprovechaban de sus males para que cayeran más rápidamente en el mundo de las drogas.

Por su parte, los traficantes les hacían creer unos «falsos lazos afectivos», haciendo que se engancharan rápido en las drogas, en especial a la cocaína para luego empezar a ofrecer sus servicios sexuales a los clientes que ellos seleccionaban o a que movieran la droga entre poblados de toxicómanos y narcopisos.

Usaban a estas chicas también para el traslado de sustancias estupefacientes, desde el punto de “almacenaje” hasta el de venta directa al consumidor.